DOCENTES: VICTORIA FERNANDEZ & GISELA MAFFEI
Vera, Maximiliano - Banegas, Cristian - Caceres, Ivan - Mark, Behrens - Chavez, Alvaro
Entre la técnica y lo simbólico
La imagen urbana de las estaciones de tren

Grupo 7:
Mark Behrens, Vera Maximiliano, Cáceres Ivan, Banegas Cristian, Chavez Alvaro
Introducción:
“Charing Cross Station, July 1916” es el título de una pintura de J. Hodgson Lobley que testimonia el destino de la Terminal como centro de acogida de heridos durante la primera guerra mundial. La escena muestra ambulancias de la cruz roja entre multitudes de gente delante de la fachada noble de la estación y de su hotel. El artista es consciente de que Charing Cross es un ejemplo representativo del cuidado que el poder dispensaba a las “nuevas puertas” de la ciudad, especialmente en los casos en que la estación quedase injerta en pleno corazón del tejido urbano y pasa a formar parte decisiva de su fisonomía.” ( José Costa Mas.)

Las estaciones de tren surgen en el siglo XIX como nuevos hitos del mundo industrial, destinadas a transformar las ciudades y su modo de pensar. Este nuevo tipo edilicio conectaba el interior de los países con las grandes urbes, otorgándoles el carácter de nuevas puertas de acceso y símbolos del progreso moderno.
Este estudio se centrará en tres ejemplos paradigmáticos: St. Pancras Station (Londres, 1868), Gare du Nord (París, 1864) y la Estación Retiro (Buenos Aires, 1915). A través de ellos se analizarán las estrategias formales y estilísticas de sus fachadas, entendidas como manifestaciones de las aspiraciones culturales, tecnológicas y urbanas de sus respectivos contextos.
Buscaremos comprender el porqué de los estilos arquitectónicos adoptados en cada caso y el carácter monumental que estas construcciones asumieron, entendiendo a la fachada como el principal medio de representación simbólica de dichas aspiraciones. En palabras de Jorge Tartarini (p. 11):
“Las estaciones de ferrocarril eran edificios importantes, verdaderas puertas de entrada a las ciudades. Su presencia guardaba un encanto especial que simbolizaba el contacto con lo ajeno, lo distinto y lo diverso. Eran lugares de encuentro en los que se recibían las últimas noticias y los productos más modernos desde los más apartados confines, y, junto con ellos, la ilusión de la prosperidad, la civilización y el progreso.”
Con el paso del tiempo, las estaciones demostraron ser un campo de experimentación arquitectónica, en el que se recurrió —como en otros programas nuevos de la modernidad— a una diversidad de estilos en boga para conferir significado, representatividad y sentido a estos edificios. Tal como afirmaba Building News en 1875, citado por Tartarini (p. 34):
“Las terminales de ferrocarril y los hoteles son para el siglo XIX lo que los monasterios y las catedrales fueron para el siglo XII... Nuestra terminal metropolitana ha sido líder del espíritu artístico de nuestro tiempo.”

The Railway Station c.1862-1909, William Powell Frith muestra un poco de la aglomeración que sucedía en estos nuevos puntos de encuentro
De este modo, las estaciones de tren se consolidan como testimonios arquitectónicos del progreso y la identidad urbana, reflejando en sus fachadas la tensión entre la técnica moderna y el deseo de permanencia estética y simbólica.
St. Pancras: Donde la Grandeza Gótica se Encuentra con la Era Industrial
En plena "Batalla de los Estilos", mientras Inglaterra buscaba un lenguaje arquitectónico que representara su identidad nacional, la Estación de St. Pancras (1868) surgió como una respuesta contundente. La duda era qué estilo podía representar la idiosincrasia británica en la era industrial, y la solución se encontró mirando al propio pasado medieval de la nación.
Inspirado en la tradición de sus grandes catedrales góticas, como la de Southwark, Londres vivió un potente resurgimiento del estilo Neogótico durante el siglo XIX. Este movimiento superó rápidamente la esfera religiosa para ser adoptado en todo tipo de edificios seculares, ya que ofrecía una síntesis perfecta: se consolidó como un símbolo de grandeza estética e identidad, a la vez que demostró ser una solución funcional y versátil para las nuevas tipologías arquitectónicas de la era industrial.

Apreciación peatonal de la estación de Saint Pancras, destacando con su imponente estilo neogótico
“Sir George Gilbert Scott argumentó que, como el gótico ahora se aceptaba para la construcción de iglesias, sus principios deberían extenderse a toda la construcción y deberían proporcionar las bases para una construcción secular que pudiera adaptarse a los requisitos de nuestra época.” Public buildings - TheScottDinasty
El Neogótico demostró ser un lenguaje arquitectónico sorprendentemente práctico y permeable a las innovaciones tecnológicas de la época. Además de ser un historicismo, ofreció un marco flexible que se adaptó a las nuevas necesidades constructivas, como la creación de grandes voladizos en estaciones de trenes, citando a Patetta
“Los complejos organismos arquitectónicos realizados entre 1850 y 1890 por una generación de grandes arquitectos, como William Butterfield, G. Gilbert Scott, Edmund Street, Dean y Woodward, muestran cómo la experiencia goticista afronta y resuelve, con gran libertad creativa, una problemática avanzada de las construcciones: la distribución articulada de las planimetrías, la determinación de las características tipológicas de los edificios para nuevas funciones, una decoración que tiene en cuenta las características de los materiales, y finalmente la utilización de la tecnología metálica sin obstáculos ni prejuicios académicos.”

Corte de la estacion, donde se aprecia la combinacion entre la estructura metalica y la fachada neogotica
Para lograr esto Scott utilizó una mezcla sofisticada de ladrillo rojo y terracota para la fachada, fusionando elementos góticos y un toque renacentista. Esto le dio al edificio una estética compleja y reflejó el progreso victoriano. Una torre del reloj central simbolizaba la importancia del transporte ferroviario en la Gran Bretaña victoriana, representando la puntualidad y eficiencia de la era industrial.
“St Pancras siempre ha sido especial. Tiene la fachada más majestuosa de cualquier estación de tren británica, un gigante neogótico de ladrillo rojo y piedra coloreada, originalmente el Midland Grand Hotel. Detrás está uno de los espacios más potentes de la época victoriana, el enorme shed con arco puntiagudo de hierro y vidrio de Sir William Barlow: en su día la estructura de luz libre más ancha del mundo.” — Simon Bradley, artículo en The Telegraph.
St. Pancras no solo consolida al Neogótico como el gran símbolo de la identidad nacional victoriana y, a la vez, logró una síntesis armónica entre la tradición medieval y la radical innovación tecnológica del ferrocarril.

La estación de Saint Pancras con su torre de reloj característica de esta época
Gare Du Nord: El racionalismo de lo clásico en un comienzo moderno
Mientras, en Francia, el Neoclasicismo era el lenguaje indiscutido para expresar la identidad nacional y la grandeza del Estado. Sin embargo, el desafío de la Gare du Nord (1864) no era qué estilo usar, sino cómo adaptar su monumentalidad a las exigencias técnicas y funcionales de la nueva era industrial.
La Gare du Nord (1864) se erigió como un símbolo neoclásico. Esta elección se dio en un contexto donde predominaban dos corrientes: el Clasicismo Estructural de Labrouste y el Clasicismo Romántico de Schinkel. Finalmente, se adoptó el estructural, ya que su énfasis en la lógica constructiva lo hacía más permeable a las nuevas tipologías, como las estaciones, que exigían la resolución de grandes luces.

Vista de la Gare du Nord en París, se presenta como un nuevo centro de la vida urbana moderna, rodeada por el ajetreo de carruajes y transeúntes de la época.
"La fachada de la Gare du Nord representa un orden imperante en la época de su construcción: el siglo XIX fue un siglo de nacionalismo, mitos nacionalistas y construcción de naciones, con cada nación intentando ser el "centro del mundo" y cada nación intentando encontrar un "centro" nacional (capital) para polarizar sus fuerzas y concentrar su poder. La soberanía debía concentrarse en las capitales: y aquí la fachada de la Gare du Nord presenta una curiosa representación: París, junto con otras ciudades soberanas, está "por encima" del resto: son las ciudades al mando, las ciudades que controlan a las demás y representan sus respectivos territorios en el extranjero." (Jacques Keilo - 'La Gare du Nord y la visión parisina de Europa)
Mediante el uso de este neoclásico estructural se busca lograr la mayor funcionalidad de las estaciones ya que debían convivir tanto la imponencia del edificio como la practicidad de la funcionalidad del mismo, citando a Gideon, 1928 pág. 74:
“La Gare du Nord evita los excesos de las estaciones de los años 1880, que habían convertido el edificio ferroviario en un palacio barroco; aquí, en cambio, se afirma una nueva escala funcional, propia de la modernidad” .

Vista lateral de la estacion Gare Du Nord, donde se observa la fachada neoclasica
Esta estación encarna la modernidad al fusionar la arquitectura de su fachada con las últimas tecnologías. El resultado es una estación que refleja el progreso de la era industrial, estableciendo una novedosa conexión entre identidad y funcionalidad. Las descripciones literarias contemporáneas de escenas en Gare du Nord reflejan la experiencia de la modernidad urbana: la multitud en movimiento, el anonimato, las vías, los espacios de tránsito como escenarios culturales. Estas imágenes dialogan con lo que Marshall Berman (1988) llama el ambiente moderno:
“ ...Un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos.”
De este modo, la Gare du Nord utiliza el Neoclásico estructural para alcanzar la síntesis precisa de funcionalidad industrial, identidad nacional y monumentalidad simbólica que su rol en la París del siglo XIX demandaba.

La fachada principal está concebida como un arco de triunfo monumental, con una disposición en “U”. Esa forma servía para marcar la entrada del ferrocarril en la ciudad.
Retiro: La Síntesis entre el Academicismo Francés y la Ingeniería Británica
A diferencia de las naciones europeas, que contaban con estilos nacionales consolidados, Argentina partía de una herencia colonial y carecía de una identidad arquitectónica propia, además la estación debía responder a la inversión de los monopolios ferroviarios ingleses.
El desafío era encontrar un estilo que representara esta dualidad: la tecnología e influencia británica de los inversores y la imagen de modernidad que Buenos Aires buscaba.
Esto derivó en una búsqueda de semejanza con las corrientes europeas, adoptando el Academicismo Francés (Beaux-Arts). Este estilo no solo se armonizaba con la estética del barrio de Retiro, sino que lograba la síntesis perfecta: integraba la ingeniería inglesa del hierro con la escala monumental que la nueva metrópoli requería.

Fachada principal de la Estación Retiro (Línea Mitre). Un hito de la arquitectura academicista (Beaux-Arts) en Latinoamérica.
La Estación Retiro fue el resultado directo de la inversión de los grandes monopolios ferroviarios ingleses, que buscaban extender y consolidar sus recorridos hasta la capital. Esta necesidad de una gran terminal derivó en un edificio que sintetiza dos influencias clave: por un lado, la tecnología constructiva inglesa, evidente en la masiva estructura de hierro; y por otro, la estética monumental del Academicismo Francés (Beaux-Arts).
"En la Argentina los grandes monopolios ferroviarios de las compañías inglesas, una vez divididos los territorios y las ganancias, produjeron fuertes inversiones en obras de ampliación y ensanche de las terminales originales, anticuadas e insuficientes para los nuevos movimientos de pasajeros y cargas. Y así surgen edificios emblemáticos de ese nuevo medio de transporte que acortaba tiempos y distancias, no tanto por su arquitectura a la francesa y de marcado eclecticismo, sino por los significados y el impacto de la tecnología del hierro y el material rodante. Donde dos décadas atrás se ubicaban los denominados “huecos” o mercados a los que llegaban carretas con cueros y lanas desde el campo, ahora se levantaban grandes espacios verdes parqueados y terminales ferroviarias asiduamente concurridas.". (Jorge Tartarini, 2001)

Vista de la estación de retiro y la plaza de la torre los ingleses
Al ser un punto de comercio y conectar con nuevas ciudades la estación de retiro termina por necesitar cierta escala monumental debido al caudal de gente que debía albergar.
“Su escala, monumental para ese entonces, responde al proceso de metropolización de Buenos Aires como también al crecimiento de la empresa como consecuencia del aumento de la demanda del transporte tanto de personas como de mercancías.” (Cricelli, 2019, Pág. 7)
El estilo de la escuela francesa de Bellas Artes (Beaux-Arts), era un estilo que armonizaba con el barrio de Retiro, fuertemente influenciado por la arquitectura francesa, y además podía responder a la escala monumental que requería sin desentonar con la identidad barrial. Citando a Circelli (2019):
“El lenguaje adoptado estaba en sintonía tanto con las nuevas construcciones del barrio de Retiro, como con los edificios públicos que se estaban construyendo para la misma época en el centro de la ciudad.”

Planos de alzado de la Estación Retiro. El proyecto ilustra la aplicación del Academicismo Francés a la moderna tipología ferroviaria en Buenos Aires.
Este estilo francés además se relacionaba fuertemente con la influencia inglesa que traían las empresas inversionistas.
“La arquitectura eduardiana del edificio de pasajeros combina elementos arquitectónicos de diversos ejemplos ingleses construidos en años precedentes y resume la experiencia británica en grandes terminales fuera del Reino Unido. En su tamaño y grandiosidad simboliza el apogeo de esta tipología” . (Jorge Tartarini, 2001)
En definitiva, la Estación Retiro materializa una síntesis ecléctica. Impulsada por la inversión de los monopolios ingleses, fusiona la monumentalidad del Academicismo Francés, en sintonía con el barrio, con la ingeniería y tecnología británica del hierro.
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Vista desde la calle en donde se ven los accesos y su fachada ecléctica
Conclusion:
El recorrido por St. Pancras, Gare du Nord y la Estación Retiro demuestra que las terminales ferroviarias del siglo XIX y principios del XX fueron mucho más que infraestructuras funcionales; se consolidaron como los nuevos hitos monumentales de la ciudad industrial. Tal como se planteó en la introducción, estos edificios asumieron el rol de "nuevas puertas de la ciudad", y para ello, la arquitectura de sus fachadas fue la herramienta principal de representación simbólica.
El análisis de los tres casos revela una estrategia común: el uso de un lenguaje estilístico histórico para mediar entre la radical novedad de la ingeniería ferroviaria y el tejido urbano existente. La fachada monumental actúa como el rostro cívico de la revolución técnica, "vistiendo" los grandes sheds de hierro y vidrio —símbolos puros de la era industrial— con un traje que la ciudad podía comprender y admirar.
Sin embargo, la elección de ese "traje" no fue arbitraria, sino una profunda declaración de identidad:
En St. Pancras, el Neogótico no fue un capricho historicista, sino la evocación de una identidad nacional británica y un lenguaje sorprendentemente flexible y permeable a las nuevas tecnologías.
En la Gare du Nord, el Neoclasicismo estructural funcionó como un "arco de triunfo" racionalista, proveyendo la escala imperial que París demandaba y afirmando una nueva funcionalidad moderna.
En Retiro, el Academicismo Francés (Beaux-Arts) representa una síntesis ecléctica y cosmopolita, reflejando tanto la influencia de la ingeniería británica inversora como las aspiraciones de Buenos Aires por proyectarse como una metrópoli de escala europea.

Lionel Walden - The Docks at Cardiff (1894) capta como la era industrial y el hierro venían a reconfigurar nuevos espacios
En cada caso, el estilo histórico se adaptó para resolver las complejidades de un programa moderno, demostrando una gran libertad creativa. Lograron materializar en sus fachadas la tensión fundamental de su época: la convivencia de la fe en el progreso técnico con la necesidad de permanencia cultural, dejando un legado urbano que define la imagen de sus ciudades hasta el día de hoy.
Bibliografía:
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José Costa Mas (2006). Ferrocarril, ciudad y territorio. Miradas desde la pintura y el grabado (1844-1914).
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Jorge D. Tartarini (2001). Arquitectura Ferroviaria.
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Jorge D. Tartarini (2016). Arquitectura ferroviaria en Latinoamérica: riqueza y diversidad de un patrimonio.
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Robert Scott. Public buildings - Sir George Gilbert Scott.
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Simón Bradley (2015). Artículo en The Telegraph.
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Luciano Patetta (1997). Historia de la arquitectura antología crítica.
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Sigfired Giedion (1928). Espacio tiempo y arquitectura.
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Marshall Berman (1988). Todo lo sólido se desvanece en el aire: la experiencia de la modernidad.
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Kenneth Frampton (1993). Historia crítica de la arquitectura moderna.
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Susana Cricelli y Rosana Obregón , (2019). Representación y arquitectura beaux arts: La terminal del ferrocarril central argentino de Retiro, Buenos Aires
